La hidroterapia, en todas sus variedades es muy utilizada en el tratamiento hidromineral de los procesos reumáticos. Éste es el caso de los parafangos, que ejercen una acción térmica, antihialuronidásica, liberadora de acetil colina e histamina, y estimulante del eje hipotálamo-hipófiso- corticosuprarrenal (HHC), además de analgésica, sedante y relajante muscular y antiinflamatoria. También tienen efecto termoterápico los baños de vapor, que actúan como analgésicos, antiinflamatorios, relajantes musculares, vasodilatadores y mejoradores de la elasticidad de las estructuras articulares. En general, estas técnicas terapéuticas provocan efectos locales y estimulación de los receptores periféricos, del eje HHC, de la liberación de beta endorfinas y péptidos opioides, amén de ejercer acciones sobre el metabolismo del tejido conjuntivo, la respuesta inmune, y de desencadenar el Síndrome General de Adaptación, con el consiguiente aumento de la capacidad de resistencia y de defensa orgánica del paciente. Por otra parte, el empleo de técnicas de presión del tipo de chorros, duchas, etc., que permite combinar los efectos termoterápicos y percutores, ejerce una acción reflexo-masoterápica en la piel, la musculatura y las estructuras periarticulares, susceptible de producir efectos beneficiosos en las afecciones reumatológicas.
Está especialmente indicada en ostocondritis de cadera, osteoporosis, artrosis de articulaciones de carga y reumatismos de partes blandas (neuralgias, neuritis, miopatías), sobre todo si se emplea de forma precoz y progresiva. La inmersión en el agua mejora la capacidad funcional articular, permitiendo la ejecución de ejercicios variados que pueden ir desde los asistidos hasta los resistidos, aprovechando los factores de favorecimiento y resistencia que ofrece el medio hidrotermal.
En la rehabilitación balnearia deben realizarse todo tipo de ejercicios (analíticos o funcionales, segmentarios o globales, simples o coordinados, simétricos o asimétricos, sinérgicos o disinérgicos, etc.), adaptándolos a las diversas necesidades de los pacientes y a sus patologías. El baño requiere una posición de partida en la que el agüista se encuentre relajado y cómodo, sin el predominio de grupos musculares. A partir de esa posición puede intentarse la corrección de los disestatismos posturales que afecten al raquis y a los miembros.