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Bílbilis

La situación privilegiada de la comarca de Calatayud, enclavada entre cauces de ríos que condicionan la orografía, haciendo de ella un paisaje abrupto pero no excesivamente elevado, pudo ser la causa por la que el hombre eligió estas tierras para vivir desde época muy temprana. Así, la Sierra de Armantes, entre el río Manubles y Ribota, fue testigo de poblamientos paleolíticos y neolíticos que dejaron restos y materiales de hombres que iban asentándose y convirtiéndose en ganaderos y agricultores (hacha bifacial tallada). Del mismo modo, se encontraron restos prehistóricos en la cuenca del río Jiloca (raederas, puntas de lascas) y en las orillas del Perejiles.

El cambio social sufrido por el hombre en las Edades del Bronce y del Hierro, dejó sus propios testimonios en Alhama de Aragón, Ateca, Fuentes de Jiloca y en el Barranco de la Bartolina de Calatayud. Aquí han aparecido restos de sílex y metal, además de cerámica campaniforme de bella decoración, como en la Cueva del Gato de Torrijo de la Cañada, en Mara, Maluenda y Armantes.

La comarca de Calatayud es cuna de muchos restos arqueológicos de esta época celtibérica y que continuó con las conquistas de la Roma Imperial. Los enclaves de estas poblaciones son abundantes (entre otros, en los términos municipales de Ateca, Terrer y Calatayud), pero cabría destacar, por su importancia y por haber sido centro de expediciones arqueológias, Arcóbriga, en el término de Monreal de Ariza, en el valle del Jalón; Ségeda o Secaisa, en Belmonte de Gracián, en el valle del Perejiles; y Bílbilis, la ciudad ibero romana por excelencia de la comarca de Calatayud.

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