En la actualidad el uso de las aguas mineromedicinales para el tratamiento de determinadas enfermedades se está extendiendo por todo el mundo al mismo ritmo que proliferan los estudios científicos sobre su eficacia. Países como Francia, Italia, Alemania incorporan poco a poco dichos tratamientos dentro de sus sistemas públicos sanitarios y en otros como España, Portugal o Israel programas de termalismo social llevan años implementados y con gran éxito.
Pero este éxito y reconocimientos de las aguas mineromedicinales no ha surgido de forma espontanea, ha sido resultado de un proceso histórico con algunas fases a destacar:
1. Fase mitológica: en la antigüedad la terapéutica hidrotermal estaba rodeada de contenidos míticos y sacerdotales. La mitología nos brinda numerosos ejemplos. Minerva aconsejaba a Hércules determinadas aguas para aliviarse de las fatigas que sus trabajos ocasionaban. Priapo concede la curación de la esterilidad a las aguas de Provenza.
2. Fase empírica:
Herodoto en el año 450 a. de J.C. estableció ciertos principios fundamentales de la cura balnearia: hablaba de los 21 días de cura (tiempo aun hoy sugerido como óptimo), de la selección de las aguas según las épocas, manera de administrar los baños, etc..
Hipócrates, padre de la medicina, en su “Tratado sobre Aires, Aguas y Lugares” alude a las aguas minerales, estableciendo ciertas contraindicaciones para su uso.
Los Romanos, durante 600 año, no conocieron otros remedios terapéuticos que los baños.
3. Fase de observación clínica: se extiende hasta el siglo XVIII. Los árabes en España reedificaron establecimientos termales.
4. Fase de investigación: Se aplican a los estudios de la Hidrología Médica los progresos de las demás ciencias, ampliando los conocimientos sobre las propiedades de las aguas y por consiguiente de nuevas aplicaciones.
5. Fase de experimentación: se profundizan los trabajos de investigación, comprobándose algunos mecanismos de acción de los distintos tipos de aguas y su geografía de origen sobre el organismo.
6. Fase social: actualmente se plantea un máximo aprovechamiento regional de las fuentes termales, integrándola en los diferentes planes de salud.
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